Por: Alejandra Bonilla R.
Juan Pablo Fajardo nos propuso un trabajo a varias manos para desarrollar una fuente tipográfica que partiera del archivo de Piedra, Tijera, Papel, un acervo previamente rescatado y digitalizado con minuciosa recolección de referentes gráficos del siglo XX en Colombia. Las primeras aproximaciones que hicimos al archivo fueron visuales, buscando en esos cabezotes de periódicos, fragmentos de publicidad, portadas de discos y revistas, algunas formas que sintiéramos pudieran dar voz a textos del presente, gestos gráficos interesantes con los que resonara la apuesta de una fuente —la primera comercial de PTP—, que serviría al mismo tiempo como un statement del proyecto de investigación-creación.
Mirar un archivo histórico nacional desde la creación compromete una mirada hacia adentro (agachado y hacia abajo, como se miran los libros). Como diseñadores, creadores e investigadores de la imagen, el ejercicio de revisión de producciones del pasado en nuestro contexto es un espacio de potencia creativa, no solo para desarrollar piezas gráficas, tipográficas, editoriales, publicitarias que expandan nuestro universo visual sino, más importante aún, para lanzarnos en un ejercicio identitario y una construcción de sentido sobre el propio contexto, que permita reconciliarnos con nuestras realidades para potencializarlas
La puesta en escena de decisiones y (dis)posiciones
Al continuar el proceso de investigación nos llamó la atención Avante, el periódico conservador de finales de los años cuarenta; su estilo slab o egipcio de serifas gordas y chonetas nos presentaba un reto plástico: ¿cómo completar todo el alfabeto si el referente incluye apenas unas letras, todas ellas angulosas? señalaba al mismo tiempo caminos para ser estudiados vinculando forma y contenido: ¿por qué Avante tenía esta estética que nos evocaba desde imaginarios del cine expresionista alemán hasta el diseño de propaganda nazi? El estudio de los referentes nos llevó a mirar el estilo tipográfico de Avanzada, Derechas y Lo Nuevo, tres publicaciones hermanas; la primera, con letra azul de terminaciones redondas, bastante irregular en sus formas, la segunda con una decisión más caligráfica también azul y la tercera con letras palo seco casi juveniles sin cambio alguno de tinta. Ninguno tenía la osadía de Avante, que tanto en su diagramación como en su tamaño y color se imponía en una voz fuerte, gritona.
Fue importante revisar la voz “opuesta” por medio del periódico La Jornada, un periódico liberal contemporáneo. Sus letras más nobles también serifadas, con terminaciones redondeadas y gruesas mucho más estables, forman un título que a lo largo de los números navega en la página cambiando de posición sin perder nunca relevancia. Un encuentro interesante ocurrió en el interior de un ejemplar de este periódico: una de sus secciones titulada “Atalaya de juventudes” lleva una letra muy similar en forma y espíritu a la del cabezote de Avante, lo que nos sugería el gusto por este estilo de letras en la época o incluso la posibilidad de haber sido dibujado por la misma persona.
El diseño gráfico, y en este caso la tipografía, emerge como un espacio de exploración histórica pertinente; en las últimas décadas se han ido abriendo paso dentro de la producción de pensamiento reflexiones sobre la cultura visual y material de nuestra sociedad, y la tipografía empieza a cobrar relevancia para comprender las maneras en las que se “pronunciaban” las voces del pasado; mirar las formas es también una manera de comprender cómo se ha dado (cómo hemos dado) forma a un país.
Una familia disfuncional
Este ejercicio de creación que parte de una especie de revival tipográfico muy interpretativo sobre el cabezote lleva implícita otra apuesta: la utilización de material preexistente para construir versiones del presente potentes, con una conciencia histórica sólida. ¿Cómo surgen materializadas nuestras idiosincrasias en ciertas geometrías y proporciones de las palabras? ¿Cómo reubicamos esas formas y las traemos a un contexto en el que se pueda habilitar la pronunciación desde tantas orillas de pensamiento como sea posible? El referente llevaba en su ADN una voz sesgada, unidireccional, pero nuestra Avante debía contener muchas voces, muchas sensibilidades. Así, la tipografía reúne en cada peso un quiebre, un cambio y una manera de decir diferente, una voz que se une a otra para componer una familia múltiple con múltiples posibilidades de uso. Estas decisiones parten de la puesta en relación de referentes cercanos y lejanos, históricamente, ideológicamente.
Ir hacia atrás para ir adelante y volver
En una época en la que hay una sobreproducción, excesiva distribución y exacerbado consumo de imágenes, recurrir a elementos visuales preexistentes para hacer algo distinto podría entenderse como upcycling y propone unas disposiciones que me resultan fascinantes. Por un lado supone asimilar el abandono de la creación como un ejercicio individual pues integra y reconoce un diálogo con voces de antes, con lo que fuimos (en plural) y lo que somos; por otro establece una ética y una estética basadas en la reutilización, en la repetición y la revisión, con lo que podría sugerirse algo que me gustaría llamar una ecología visual, rica en conexiones y sistemas que nos permitan reconocernos como nodos o articulaciones dentro de una constelación. Porque las imágenes, y entre ellas las letras, no deberían estar lejos y mucho menos por fuera de las preguntas que nuestro tiempo nos pide hacernos.
Alejandra Bonilla Restrepo, investigadora y artista visual interesada en pensar en las tecnologías de la imagen, principalmente en la historia de la gráfica y la imagen en movimiento. Ha estudiado estos temas en su rpactica personal y en proyectos para distintos clioentes y colaboradores como el equipo TRansHsitor(ia), La Cinemateca de Bogotá, y actualmente con Piedra Tijera Papel. Es directora de Fortuna, un proyecto misceláneo de diseño.